La historia de este poblado no difiere demasiado de la de cualquier población del viejo oeste. Situada en algún punto entre la Nada y Ninguna parte, dicen que formalmente pertenece al estado norteamericano de Texas. La vieja misión española en ruinas situada a las afueras del poblado atestiguan la presencia de colonizadores de aquellas tierras ya desde el siglo XVI, pero el pueblo no se fundaría hasta 1816. Los primeros ocupantes de aquellas tierras, sin embargo, no eran los valientes colonos que venían desde el este de la nación norteamericana recién fundada, sino los pueblos nativos que llevaban milenios en la zona.
Las dos primeras generaciones de colonos europeos llevaron el estilo de vida habitual con los nativos oriundos: acoso, persecución, violencia, saqueo de tierras... La situación empezó a cambiar en 1865, al poco de terminar la guerra, cuando al poblado llegaron cuatro hombres dispuestos a cambiar las cosas. Los llamaron "Los cuatro Pacificadores". Ellos eran Joseph Botom, un abogado experto en leyes sobre los derechos de los indígenas; Peter Landgren, un artesano con bastantes conocimientos sobre economía y comercio; y Glenn Smith y Mathew Smytherwood, ambos soldados durante la Guerra civil norteamericana, cada uno de ellos en un bando diferente (Smith por el norte y Smytherwood por el sur). Todos cuatro, desde sus respectivos campos, ayudaron a la población nativa a defenderse en el nuevo y cruel mundo en el que se habían visto obligados a convivir, mientras que a la población de Narrowville les enseñaron a aceptar a sus vecinos como aliados, y no como enemigos. No fue fácil, había demasiado resentimiento, demasiados complejos, demasiada ira... Pero la defensa común del asentamiento indígena y el poblado de varios ataques coordinados de cuatreros y bandidos (algunas veces financiados por terratenientes que querían expandir sus dominios masacrando a la población civil) ayudó a forjar lazos. Aunque separadas físicamente por casi una hora de camino a caballo, ambas comunidades entraron en una simbiosis de ayuda y apoyo mutuo que resultó muy beneficiosa para todos.
Pero los tiempos cambian, y la expansión del Estado norteamericano sigue imparable, trayendo la civilización a las tierras salvajes del oeste. Y en 1874 empiezan las obras que comunicarían por tren el creciente pueblo de Narrowville con la capital del condado, Kenford City. Lo que en principio iba a ser una ayuda para los habitantes, un impulso para el poblado, terminó resultando en nuevos problemas y retos que debían superar. Sin más poblados donde acogerse, el campamento de trabajadores del ferrocarril se dispuso en las afueras de Narrowville, justo donde terminaba la hilera de casas. Naturalmente, esos trabajadores necesitaban de servicios básicos, así como de otros no tan básicos para distraerles de matarse entre ellos. Y el creciente movimiento de materiales de construcción, víveres y otros bienes atrajo cada vez más a los asaltantes de caminos; y de trenes.
Para entonces, ya tan sólo Boton quedaba vivo de los Cuatro pacificadores. Un abogado entregado y siempre defendiendo los intereses de los pobladores originales de Narrowville, y también de los indígenas de la región. Pero que poco podía hacer ante la avalancha de forasteros. Unos forasteros de los cuales sería injusto afirmar que todos ellos eran problemáticos.. pero sí buena parte, y todas las noches armaban jaleo por el Saloon. El sheriff de Narrowville, el viejo Bill Jacobs, estaba demasiado viejo (valga la redundancia) y cansado para encargarse de todo. Por muchos ayudantes que tenía, siempre ocurría algo. Así que se centró en proteger a los habitantes originales de Narrowville y, con el resto, vivir y dejar morir. Muchos vecinos se quejaron al respecto, porque es complicado dormir con el sonido de los revólveres a media noche, pero a la hora de la verdad nadie se presentaba voluntario como sustituto para el sheriff (que no deseaba otra cosa salvo ceder su puesto y poder jubilarse y morir tranquilo).
Así están las cosas. Toda la situación está llevando al límite a los locales, y también está tensando la relación con los nativos. Algunos han muerto a manos de asaltantes, y han reabierto con ello viejas heridas de odio hacia el hombre blanco. Cada vez más indeseables pasan por allí, y más cazarrecompensas que siguen su rastro.
Las dos primeras generaciones de colonos europeos llevaron el estilo de vida habitual con los nativos oriundos: acoso, persecución, violencia, saqueo de tierras... La situación empezó a cambiar en 1865, al poco de terminar la guerra, cuando al poblado llegaron cuatro hombres dispuestos a cambiar las cosas. Los llamaron "Los cuatro Pacificadores". Ellos eran Joseph Botom, un abogado experto en leyes sobre los derechos de los indígenas; Peter Landgren, un artesano con bastantes conocimientos sobre economía y comercio; y Glenn Smith y Mathew Smytherwood, ambos soldados durante la Guerra civil norteamericana, cada uno de ellos en un bando diferente (Smith por el norte y Smytherwood por el sur). Todos cuatro, desde sus respectivos campos, ayudaron a la población nativa a defenderse en el nuevo y cruel mundo en el que se habían visto obligados a convivir, mientras que a la población de Narrowville les enseñaron a aceptar a sus vecinos como aliados, y no como enemigos. No fue fácil, había demasiado resentimiento, demasiados complejos, demasiada ira... Pero la defensa común del asentamiento indígena y el poblado de varios ataques coordinados de cuatreros y bandidos (algunas veces financiados por terratenientes que querían expandir sus dominios masacrando a la población civil) ayudó a forjar lazos. Aunque separadas físicamente por casi una hora de camino a caballo, ambas comunidades entraron en una simbiosis de ayuda y apoyo mutuo que resultó muy beneficiosa para todos.
Pero los tiempos cambian, y la expansión del Estado norteamericano sigue imparable, trayendo la civilización a las tierras salvajes del oeste. Y en 1874 empiezan las obras que comunicarían por tren el creciente pueblo de Narrowville con la capital del condado, Kenford City. Lo que en principio iba a ser una ayuda para los habitantes, un impulso para el poblado, terminó resultando en nuevos problemas y retos que debían superar. Sin más poblados donde acogerse, el campamento de trabajadores del ferrocarril se dispuso en las afueras de Narrowville, justo donde terminaba la hilera de casas. Naturalmente, esos trabajadores necesitaban de servicios básicos, así como de otros no tan básicos para distraerles de matarse entre ellos. Y el creciente movimiento de materiales de construcción, víveres y otros bienes atrajo cada vez más a los asaltantes de caminos; y de trenes.
Para entonces, ya tan sólo Boton quedaba vivo de los Cuatro pacificadores. Un abogado entregado y siempre defendiendo los intereses de los pobladores originales de Narrowville, y también de los indígenas de la región. Pero que poco podía hacer ante la avalancha de forasteros. Unos forasteros de los cuales sería injusto afirmar que todos ellos eran problemáticos.. pero sí buena parte, y todas las noches armaban jaleo por el Saloon. El sheriff de Narrowville, el viejo Bill Jacobs, estaba demasiado viejo (valga la redundancia) y cansado para encargarse de todo. Por muchos ayudantes que tenía, siempre ocurría algo. Así que se centró en proteger a los habitantes originales de Narrowville y, con el resto, vivir y dejar morir. Muchos vecinos se quejaron al respecto, porque es complicado dormir con el sonido de los revólveres a media noche, pero a la hora de la verdad nadie se presentaba voluntario como sustituto para el sheriff (que no deseaba otra cosa salvo ceder su puesto y poder jubilarse y morir tranquilo).
Así están las cosas. Toda la situación está llevando al límite a los locales, y también está tensando la relación con los nativos. Algunos han muerto a manos de asaltantes, y han reabierto con ello viejas heridas de odio hacia el hombre blanco. Cada vez más indeseables pasan por allí, y más cazarrecompensas que siguen su rastro.